El significado de Seattle


David Barsamian
Znet en espa�ol. EEUU, junio del 2001.

-Hablemos de lo ocurrido en Seattle a finales de noviembre y principios de diciembre pasados a prop�sito de la cumbre ministerial de la Organizaci�n Mundial del Comercio (O.M.C.) �Qu� significado extrae de lo acontecido?

-Pienso que fue un acontecimiento muy significativo. Reflej� un sentimiento general que ha ido desarroll�ndose y creciendo en intensidad en buena parte del mundo. Lo interesante de Seattle fue, ante todo, que los eventos pusieron de relieve programas muy elaborados de educaci�n y organizaci�n y mostraron lo que puede lograrse con ellos. Segundo, la participaci�n tuvo un car�cter extremadamente amplio y variado. All� se dieron cita comunidades que raramente hab�an colaborado en el pasado, tanto en el �mbito internacional - representantes del tercer mundo, de los ind�genas, campesinos y sindicatos, etc.-, como aqu� en los EE.UU. - ecologistas, una amplia participaci�n sindical, y otros grupos con intereses heterog�neos pero que mostraban un entendimiento com�n. Se trata del mismo tipo de coalici�n de fuerzas que un a�o antes bloqueara el Acuerdo Multilateral sobre Inversiones (M.A.I.) y que se hab�a opuesto tenazmente a "acuerdos" como el Tratado de Libre Comercio de Am�rica del Norte (T.L.C.A.N. - N.A.F.T.A.) o los de la O.M.C., que no son acuerdos, al menos si la poblaci�n cuenta para algo. La mayor�a de la poblaci�n se ha opuesto a ellos. Se ha llegado a un punto de confrontaci�n excepcional. Previsiblemente, �sta tambi�n continuar� y creo que puede llegar a tomar formas muy constructivas.

-�Alguna lecci�n que extraer de Seattle?

-Una lecci�n ser�a que la educaci�n y la organizaci�n, cuando son llevadas a cabo con el debido cuidado, a largo plazo compensan. Otra, que la postura de un sector importante de la poblaci�n mundial y de los EE.UU., me atrever�a a decir que probablemente de la mayor�a de quienes han reflexionado sobre estos temas, oscila entre la preocupaci�n por los procesos contempor�neos y la firme oposici�n a ellos, sobre todo por el ataque frontal que suponen contra los derechos democr�ticos y la libertad de tomar tus propias decisiones, por la subordinaci�n general de todas las cuestiones a la maximizaci�n de los beneficios, y por la dominaci�n ejercida por un reducido - muy reducido - sector de la poblaci�n mundial. La desigualdad global ha llegado a unos niveles sin precedentes. La reuni�n de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (U.N.C.T.A.D.) se celebr� recientemente en Bangkok. Andrew Simms escrib�a en el Guardian Weekly a mediados de febrero que "la U.N.C.T.A.D., investida con el debido poder y recursos, podr�a ayudar a superar ciertos defectos del sistema internacional" y que disfruta de "la entera confianza de los pa�ses en v�as de desarrollo."

Eso es un tanto exagerado. La U.N.C.T.A.D. es b�sicamente una organizaci�n para la investigaci�n. Carece de poder vinculante. Refleja hasta cierto punto los intereses de los as� llamados pa�ses en v�as de desarrollo, los pa�ses m�s pobres. Esa es la raz�n por la que se encuentra tan marginada. Por ejemplo, hubo muy poca informaci�n sobre la conferencia de la U.N.C.T.A.D. en los EE.UU. aparte de algunos retazos en la prensa econ�mica. La U.N.C.T.A.D. tiene en cuenta al tercer mundo, al Sur, pero, por regla general, se la ignora cuando se hace eco de las preocupaciones de la gran mayor�a de la poblaci�n mundial. Un ejemplo con importantes repercusiones en la actualidad es la iniciativa que present� hace 30 a�os la U.N.C.T.A.D. para estabilizar los precios de bienes de consumo con el simple objeto de que los campesinos pobres pudieran sobrevivir. La industria agropecuaria puede hacer frente a un colapso en los precios durante un a�o; los campesinos pobres no pueden decir a sus hijos que esperen hasta el a�o pr�ximo para comer. Las propuestas eran semejantes a pol�ticas adoptadas rutinariamente en los pa�ses ricos, pero fue bloqueada por �stos siguiendo el consejo de "sensatos economistas liberales" - como dice la especialista en econom�a pol�tica Susan Strange -, consejo que habitualmente se sigue si incrementa los beneficios y el poder, y si no, se ignora. Una consecuencia ha sido el abandono de la producci�n de "cultivos leg�timos" (caf�, etc.) en favor de la coca, la marihuana y el opio, los cuales no est�n sujetos a ruinosas fluctuaciones en los precios. La reacci�n desde los EE.UU. es imponer castigos a�n m�s severos a los pobres, fuera y dentro del pa�s, que se ver�n intensificados el pr�ximo a�o si las propuestas actuales son implementadas.

No se trata del �nico caso. La U.N.E.S.C.O. fue debilitada por razones bastante similares. Pero hablar de la "entera confianza de los pa�ses en v�as de desarrollo" es una exageraci�n. No hace falta sino echar un vistazo a las publicaciones editadas en el tercer mundo, por ejemplo, por la Third World Network de Malasia. Una de sus m�s importantes publicaciones es la Third World Economics. En un n�mero reciente aparec�an varios informes muy cr�ticos con la conferencia de la U.N.C.T.A.D. por su sumisi�n a la agenda de los poderosos. Es cierto que la U.N.C.T.A.D. es m�s independiente y que refleja en una mayor medida los intereses de los pa�ses en v�as de desarrollo que, digamos, la O.M.C., la cual est� dominada por los pa�ses industrializados. Luego s�, es diferente. Pero no hay que exagerar.

El tema de la desigualdad es ciertamente dif�cil de ignorar. Incluso el Financial Times comentaba recientemente que "a principios del siglo XIX la proporci�n de ingresos reales per c�pita entre los pa�ses m�s ricos y los m�s pobres del planeta era de tres a uno. En 1900, era de diez a uno. Para el a�o 2000 hab�a alcanzado la cifra de sesenta a uno."

Eso es enga�oso en extremo. Infravalora enormemente lo que est� ocurriendo. La diferencia m�s acusada no es la que se da entre pa�ses, sino entre la poblaci�n global en conjunto, que es una c�lculo diferente. Dentro de los pa�ses, las divisiones se han acentuado bruscamente. Creo que en estos momentos se ha pasado de algo as� como un 80 a 1 a un 120 a 1, en los �ltimos 10 a�os aproximadamente. Esas s� son cifras alarmantes. El 1 por ciento m�s rico de la poblaci�n mundial actualmente tiene alrededor de los ingresos del 60 por ciento m�s pobre. Es decir, el equivalente a casi tres mil millones de personas.

-En un art�culo publicado en el New York Times, Thomas Friedman llamaba a los manifestantes de Seattle "una delegaci�n de defensores de que la tierra es plana."

-Desde su punto de vista, eso sea probablemente correcto. Desde el punto de vista de los amos de esclavos, la gente que se opon�a a la esclavitud seguramente parec�an lo mismo. Si lo que quieres son cifras, un n�mero reciente del excelente Left Business Observer de Doug Henwood revela los hechos globales. �sta es una estimaci�n reciente llevada a cabo por un economista del Banco Mundial. S�lo se remonta hasta 1993. En 1993, el 1 por ciento m�s rico de la poblaci�n pose�a tanta riqueza como el 57 por ciento m�s pobre. Eso son 2.500 millones de personas. La relaci�n entre los ingresos medios del 5 por ciento m�s rico y el del 5 por ciento m�s pobre se ha incrementado de un 78 a 1 en 1988 a un 114 a 1 en 1993, y probablemente mucho m�s desde entonces. El �ndice de la desigualdad, el �ndice Gini, como se ha venido en llamar, ha alcanzado los niveles m�s altos de los que se tiene noticia, en t�rminos de poblaci�n global. Hay quien dir�a que todo esto no tiene mayor importancia si todos ganan, aunque sea desigualmente. Ese es un argumento terrible, pero no hemos de prestarle o�dos porque la premisa es incorrecta.

-�Se podr�a decir que las acciones en las calles de Seattle son un soplo de democracia entre nubes de gas lacrim�geno?

-Yo dir�a que s�. Se supone que una democracia saludable no es algo que tenga que verificarse en las calles. Se verifica en el proceso de toma de decisiones. Por tanto, esto es un reflejo del debilitamiento de la democracia y la reacci�n popular contra ello, que no es la primera vez que se da. Se ha mantenido una larga lucha a lo largo de siglos por extender el alcance de las libertades democr�ticas, y se han logrado numerosas victorias. Muchas de ellas han sido alcanzadas de ese modo, no gracias a limosnas sino a la confrontaci�n y a la lucha. En este caso, si la reacci�n popular toma una forma constructiva y organizada, puede socavar y revertir la tendencia altamente antidemocr�tica de los acuerdos econ�micos internacionales en los que se est� enredando al mundo entero que, como digo, son ciertamente antidemocr�ticos. Naturalmente, uno tiende a pensar sobre la amenaza que representan contra la soberan�a nacional, pero en la mayor parte del mundo a�n es mucho peor. M�s de la mitad de la poblaci�n mundial no tienen, literalmente, ni siquiera en teor�a, control sobre sus propias pol�ticas econ�micas nacionales. Son meros receptores. Sus pol�ticas econ�micas son dise�adas por bur�cratas en Washington gracias a la as� llamada "crisis de la deuda externa", que es una construcci�n ideol�gica, no econ�mica. Esto es, m�s de la mitad de la poblaci�n mundial carece de la m�s m�nima soberan�a.

-�Por qu� dice que la deuda externa es una construcci�n ideol�gica?

-Existe una deuda, pero a qui�n pertenece y qui�n es responsable de ella es una cuesti�n ideol�gica, no econ�mica. Por ejemplo, existe un principio capitalista, al que nadie quiere prestar atenci�n, por el cual, pongamos, si yo te tomo prestado dinero, yo soy el prestatario, siendo mi responsabilidad devolverte el dinero, y t� eres el prestamista y t� corres el riesgo de que no te lo devuelva. Ese es el principio capitalista. El prestatario tiene la responsabilidad y el prestamista corre el riesgo. Supongamos que sigui�ramos ese principio. Tomemos, por ejemplo, el caso de Indonesia. Hoy por hoy, su econom�a est� hundida porque su deuda asciende a cerca del 140 por ciento del producto interior bruto. Si rastreas los or�genes de esa deuda resulta que los prestatarios son un grupo de 100 a 200 personas implicadas en la dictadura militar y sus secuaces, que nosotros apoyamos en su d�a. Los prestamistas eran bancos internacionales.

Gran parte de la deuda ha sido socializada a trav�s del F.M.I., lo cual significa que los contribuyentes del norte se hacen responsables de ella. �Qu� ocurri� con el dinero? Unos pocos se hicieron ricos, hubo cierta exportaci�n de capital y cierto desarrollo. Pero a la gente que tom� prestado el dinero no se les hace responsables, sino que es la gente de Indonesia los que lo tienen que devolver. Ello significa vivir bajo programas de extrema austeridad, pobreza y sufrimiento. De hecho, es una tarea imposible devolver una deuda que ellos no contrajeron. �Y qu� fue de los prestamistas? Los prestamistas est�n protegidos de todo riesgo. Esa es una de las principales funciones del F.M.I.: proveer gratuitamente de seguros a todo riesgo a la gente que presta e invierte en cr�ditos arriesgados. Por eso es por lo que se reciben tan altos dividendos, porque existe un alto riesgo. Ellos no tienen que hacer frente al riesgo, porque est� socializado. Es transferido a los contribuyentes del norte a trav�s del F.M.I. y otros mecanismos, como los bonos Brady. Es un sistema por el cual los prestatarios son eximidos de toda responsabilidad. �sta es transferida a la masa empobrecida de sus propios pa�ses.

Estas no son cuestiones econ�micas, sino ideol�gicas. Y a�n hay m�s. Existe un principio en derecho internacional que fue concebido por los EE.UU. hace m�s de 100 a�os cuando "liberaron" Cuba, es decir, cuando conquistaron Cuba para evitar que �sta se liberara de Espa�a en 1898. Entonces, cuando los EE.UU. asumieron el control de Cuba, cancelaron la deuda de Cuba con Espa�a con el muy razonable argumento de que la deuda era inv�lida ya que hab�a sido impuesta al pueblo cubano sin su consentimiento, por la fuerza, bajo una relaci�n de poder. Aquel principio fue reconocido m�s tarde en el derecho internacional, una vez m�s por iniciativa de EE.UU., y se conoce por el nombre de "deuda odiosa". Una deuda no es v�lida si ha sido impuesta esencialmente por la fuerza. La deuda externa del tercer mundo es una "deuda odiosa". Esto ha sido reconocido incluso por la representante estadounidense ante el F.M.I. Karen Lissaker, experta en macro-econom�a, quien se�al� hace un par de a�os que si se aplicara tal principio la mayor�a de la deuda del tercer mundo desaparecer�a.

-Volviendo a Seattle y otro activismo reciente, Vivian Stromberg de M.A.D.R.E., la ONG basada en Nueva York, dice que hay mucho trasiego en el pa�s, pero no hay movimiento.

-No estoy de acuerdo. Por ejemplo, lo que ocurri� en Seattle ciertamente fue movimiento. Hace apenas un par de d�as unos estudiantes fueron arrestados por protestar contra la incapacidad de las universidades para adoptar las serias medidas contra las maquilas [sweatshops o "f�bricas del sudor", en Centroam�rica han recibido el nombre de "maquilas". N. del T.] que muchas organizaciones estudiantiles est�n proponiendo. Est�n pasando muchas otras cosas que a m� me parecen movimiento. Siguiendo con el tema de Seattle, en muchos aspectos lo ocurrido recientemente en Montreal es a�n m�s dram�tico.

-Se refiere a la reuni�n del Protocolo de Bio-seguridad...

-S�, en �l se lleg� a una especie de compromiso ambiguo, pero los bandos quedaron claramente definidos. Los EE.UU. se encontraban virtualmente solos en las negociaciones que buscaban un compromiso. Fueron secundados por un par de pa�ses m�s que tambi�n esperan beneficiarse de las exportaciones biotecnol�gicas, pero fundamentalmente se trataba de los EE.UU. contra el resto del mundo en un asunto muy significativo, el llamado "principio de precauci�n". Es decir, �existe el derecho de las personas a decir a un pa�s "no quiero convertirme en conejillo de indias de alg�n experimento que est�s llevando a cabo"? A diferente escala, no cabe duda. Por ejemplo, si alguien del Departamento de Biolog�a entra en tu oficina y te dice "Voy a hacer un experimento contigo. Voy a ponerte unos electrodos en el cerebro y hacer mediciones de esto y aquello," a ti se te permite contestar "Lo siento, pero no voy a participar en tu experimento." Y a �l no le est� permitido volver y dictarte, "Est�s obligado a hacerlo, excepto si puedes demostrar cient�ficamente que te va a perjudicar." Pues los EE.UU. est�n insistiendo precisamente en esto �ltimo a escala internacional. En las negociaciones de Montreal, los EE.UU., que son el centro de las grandes industrias de biotecnolog�a, ingenier�a gen�tica, etc., demandaban que el asunto fuera regulado por las normas de la O.M.C.. De acuerdo a esas normas, los conejillos de indias han de demostrar cient�ficamente que el experimento va a resultar perjudicial para ellos, o, de otro modo, los trascendentales derechos corporativos prevalecen, y las empresas pueden hacer lo que les plazca. Es lo que Ed Herman llama "la soberan�a del productor". Europa y la mayor�a del resto del mundo insistieron en el principio de precauci�n, el derecho de las personas a decir "No quiero ser un sujeto experimental. No dispongo de pruebas cient�ficas de que va a ser da�ino para m�, pero no quiero tomar parte en el experimento."

La cuesti�n de la seguridad en los alimentos, la irradiaci�n, y la ingenier�a gen�tica parecen tocar la fibra sensible de mucha gente, traspasando las tradicionales fronteras entre derecha e izquierda, liberales y conservadores. Por ejemplo, los granjeros franceses, que son bastante conservadores, est�n furiosos con esto, como los granjeros de la India.

Existe una gran preocupaci�n ante el hecho de ser obligado a convertirse en un conejillo de indias por intervenciones en el sistema alimentario, tanto en producci�n como en consumo, de consecuencias desconocidas. El pasado oto�o esas preocupaciones se hicieron manifiestas tambi�n aqu�, hasta el punto de que algo muy poco usual ocurri�. Monsanto, la principal compa��a que est� desarrollando la biotecnolog�a y los cultivos producidos por ingenier�a gen�tica, empez� a caer en bolsa. Tuvieron que pedir disculpas p�blicamente y, al menos te�ricamente, cancelar algunos de los proyectos m�s radicales, como los "genes exterminadores", genes que convertir�an las semillas en inf�rtiles para que, por ejemplo, los campesinos pobres de la India tuvieran que seguir comprando semillas y fertilizantes Monsanto a un precio desorbitado. Eso es muy poco usual, el que una corporaci�n se vea arrastrada a esa posici�n.

En los EE.UU. es, esencialmente, una cuesti�n de clases. Entre los sectores m�s ricos y educados hay cierta tendencia a rechazar el convertirse en conejillos de indias, por ejemplo, comprando comida org�nica, que es m�s cara.

-�Cree que a partir de la cuesti�n de la seguridad en los alimentos la izquierda podr�a hacer llegar su mensaje a m�s gente?

-No lo veo como una cuesti�n de izquierdas particularmente. De hecho, las cuestiones de izquierdas son simplemente las cuestiones populares. Si la izquierda significa algo, es la preocupaci�n por las necesidades, bienestar y derechos de la poblaci�n en general. As� que la vasta mayor�a de la poblaci�n deber�a formar la izquierda y, en cierta manera, creo que as� es. Es en ese sentido que una cuesti�n popular puede ser una cuesti�n de izquierdas. Hay otros asuntos tambi�n relacionados que es muy dif�cil mantener ocultos. Est�n saliendo a la superficie por todas partes, de manera dram�tica, de nuevo, en los pa�ses m�s pobres, pero tambi�n aqu�. Consideremos, por ejemplo, el precio de los f�rmacos. Son desorbitados. En los EE.UU. son much�simo m�s altos que en el resto de los pa�ses. Las medicinas en los EE.UU. son un 25 por ciento m�s caras que en Canad� y probablemente el doble que en Italia. Esto es debido a las pr�cticas monopol�sticas favorecidas por el gobierno de los EE.UU. (incorporados posteriormente a las normas de la O.M.C.), mecanismos altamente proteccionistas llamados "derechos de la propiedad intelectual" que, en esencia, garantizan a las mega-corporaciones el poder cobrar precios de monopolio durante un largo per�odo de tiempo. Esto est� encontrando una fuerte oposici�n en �frica, Tailandia, y otros mucho sitios.

En �frica la propagaci�n del SIDA es extremadamente peligrosa. Aqu�, cuando Clinton o Gore dan un discurso, hablan de la necesidad que tienen los africanos de cambiar su comportamiento. Vale, de acuerdo, quiz�s los africanos deber�an cambiar su comportamiento. Pero el elemento crucial es nuestro comportamiento, por el cual se garantiza que los productores (en su mayor�a, aunque no en su totalidad, estadounidenses) tienen el derecho a cobrar precios tan altos que nadie los puede pagar. Seg�n los �ltimos informes, alrededor de 600.000 ni�os al a�o adquieren el SIDA a trav�s de sus madres, lo que significa que probablemente mueran de SIDA. Eso es algo que puede ser evitado con el uso de medicamentos que costar�an un par de d�lares diarios. Pero las farmac�uticas no permitir�n que �stos sean vendidos bajo lo que se llama una licencia obligatoria, por la cual los pa�ses pueden producir las medicinas ellos mismos a un precio mucho menor que el cobrado por las farmac�uticas bajo condiciones de monopolio. Pronto puede haber 40 millones de hu�rfanos s�lo a causa del SIDA en �frica.

Algo parecido est� ocurriendo en Tailandia, y est� produciendo protestas. En Tailandia y �frica tienen sus propias industrias farmac�uticas intentando hacerse con el derecho a producir medicamentos gen�ricos, que resultar�an mucho m�s baratos que los vendidos por las principales corporaciones farmac�uticas. �sta es una crisis sanitaria de enormes proporciones. Decenas de millones de personas se encuentran implicadas en ella. Y lo mismo est� pasando en otras �reas: malaria, tuberculosis... Hay enfermedades que pueden ser prevenidas pero que se est�n cobrando un enorme n�mero de vidas porque los medios para hacerlo se mantienen tan caros que la gente no puede usarlos.

�Por qu�, entonces, las corporaciones farmac�uticas tienen estos derechos al monopolio? �stas dicen que son necesarios debido a los costes de investigaci�n y desarrollo. Pero eso es una falacia. Parte substancial de los costes es pagado por el p�blico. Hasta principios de los noventa era un 50 por ciento, ahora quiz� sea un 40 por ciento. Esas cifras subestiman el coste p�blico real porque no tienen en cuenta la biolog�a fundamental en la que se sustenta todo, la cual es financiada p�blicamente casi en su totalidad. Dean Baker, un gran economista que ha estudiado el asunto en detalle, se hizo la pregunta obvia. Se dijo, de acuerdo, supongamos que el p�blico paga todos los costes, multipliquemos por dos el coste p�blico y entonces pongamos la medicina a la venta, �qu� pasar�a?. Baker estima que a�n as� se dar�a un ahorro colosal para los ciudadanos. Y no olvidemos que estamos hablando de las vidas de decenas de millones de personas en los pr�ximos a�os.

-Volviendo a los EE.UU., h�blenos del movimiento estudiantil contra las maquilas. �Es diferente de anteriores movimientos que usted ha conocido?

-Es diferente, y es parecido. En algunos aspectos es similar al movimiento antiapartheid, excepto que en este caso se est� criticando el propio n�cleo de relaciones de explotaci�n que permite alcanzar las incre�bles cifras de desigualdad de las que habl�bamos antes. Es algo muy serio. Y otro ejemplo de c�mo distintas comunidades trabajan unidas. Mucho de esto surgi� a partir del esfuerzo de Charlie Kernaghan del Comit� Nacional de Trabajadores (National Labor Committee) de Nueva York y otros grupos dentro del movimiento sindical. Ahora se ha convertido en un importante tema para los estudiantes en muchos aspectos. Muchos grupos de estudiantes est�n presionando fuerte, tanto que, para contrarrestarlo, el gobierno de los EE.UU. se vio obligado a imponer una especie de c�digo. Convocaron a l�deres sindicales y estudiantiles para formar una coalici�n respaldada por el gobierno, a la cual muchos grupos de estudiantes se oponen porque opinan que no se va ni siquiera a acercar al fondo de la cuesti�n. Estos son asuntos que ahora mismo est�n siendo debatidos acaloradamente.

-�No est�n los estudiantes pidiendo a los capitalistas que simplemente que sean menos malos?

-Los estudiantes no est�n exigiendo el desmantelamiento del sistema de explotaci�n. Quiz� deber�an hacerlo. Lo que est�n exigiendo son los derechos laborales que te�ricamente est�n garantizados. En los convenios de la Organizaci�n Internacional del Trabajo (I.L.O. - O.I.T.), que es responsable de estos temas, se proh�ben la mayor�a de las pr�cticas, posiblemente todas ellas, a los que los estudiantes se oponen. Los EE.UU. no subscriben estos convenios. La �ltima vez que lo comprob�, los EE.UU. no hab�an ratificado pr�cticamente ninguno de los convenios de la O.I.T.. Creo que es el peor historial del mundo despu�s de quiz� Lituania o El Salvador. No es que los dem�s pa�ses est�n a la altura de los convenios, pero al menos los firman. Los EE.UU. no los aceptan por principio.

-�Qu� est� ocurriendo en su universidad, el M.I.T.? �Existe alg�n movimiento alrededor del tema de las maquilas?

-S�, y en muchas otras �reas. Hay unos grupos de estudiantes por la justicia social muy activos haciendo cosas continuamente, mucho m�s que hace unos a�os.

-�A qu� es debido?

-Es debido a la realidad objetiva. Son los mismos sentimientos, razonamientos y percepciones que llevaron a la gente a las calles de Seattle. Los EE.UU. no est�n sufriendo como el tercer mundo. En Latinoam�rica, tras 20 a�os de llamadas reformas, todo sigue igual. El presidente del Banco Mundial acaba de revelar que se encuentran donde estaban hace 20 a�os. Incluso en t�rminos de crecimiento econ�mico. Esto es inaudito. Los pa�ses en v�as de desarrollo - no me gusta el t�rmino, pero es el usado para referirse al Sur - est�n saliendo de los noventa con una tasa de crecimiento menor que en los setenta. Las diferencias en riqueza est�n acrecent�ndose. Para el crecimiento econ�mico, seg�n todos los �ndices macro-econ�micos (crecimiento econ�mico, productividad, inversi�n de capital), los �ltimos 25 a�os han sido un per�odo relativamente lento comparado con los 25 a�os que le precedieron. Muchos economistas la llaman una "�poca de plomo" al compararla con la precedente "�poca dorada". Pero ha habido crecimiento, a pesar de ser m�s lento que antes. Para la mayor�a de los trabajadores que no ostentan puestos de direcci�n, que representan la mayor�a de la poblaci�n activa, los salarios son quiz�s un 10 por ciento m�s bajos que hace 25 a�os. Eso, en t�rminos absolutos. En t�rminos relativos, much�simo menos. Ha existido un crecimiento en la productividad y un crecimiento econ�mico durante ese per�odo, pero no ha repercutido en la poblaci�n en general. Si se calcula la mediana, los ingresos est�n volviendo ahora poco a poco a lo que fueron hace diez a�os, muy por debajo de lo que fueron los diez y quince a�os previos. El per�odo de los �ltimos dos o tres a�os es uno de moderado crecimiento econ�mico. Lo califican de extraordinario, pero los dos o tres �ltimos a�os han sido m�s o menos como fueron los cincuenta o los sesenta, lo cual es alto dentro de los est�ndares hist�ricos. Pero todav�a se deja al margen a la mayor�a de la poblaci�n.

Los acuerdos econ�micos internacionales, los llamados "acuerdos de libre comercio," est�n fundamentalmente dise�ados para mantener este estado de cosas. Una de sus implicaciones es lo que se ha venido en llamar la "flexibilidad del mercado laboral," que quiere decir que la gente no tiene seguridad laboral. Es la inseguridad que Alan Greenspan dijo una vez que era uno de los principales factores de una econom�a de ensue�o. Si la gente tiene miedo, si no tiene seguridad laboral, no va a exigir unas mejores condiciones. Si tienen miedo a un realojamiento de los puestos de trabajo (que es una de las consecuencias de los mal llamados acuerdos de libre comercio) y se encuentran dentro de un mercado laboral flexible que implica que no tienen seguridad alguna, la gente no va a exigir mejores condiciones y mayores beneficios.

El Banco Mundial ha sido muy claro sobre el tema. Reconocen, y cito literalmente, que la flexibilidad del mercado laboral, que consideran esencial para todas las regiones del planeta, ha adquirido una mala reputaci�n como un eufemismo que alude a la reducci�n de los salarios y el despido de los trabajadores. Ha adquirido una mala reputaci�n merecidamente: Eso es lo que la "flexibilidad del mercado laboral" significa. Dicen que es esencial para todas las regiones del planeta, la reforma m�s importante, y sigo citando un informe sobre desarrollo del Banco Mundial. Ah� se demanda que se eliminen las barreras a la movilidad laboral y la flexibilidad salarial. �Qu� quiere decir todo esto? No quiere decir que los trabajadores puedan ser libres de ir all� donde deseen, por ejemplo que los trabajadores mexicanos vengan a Nueva York. Lo que quiere decir es que puedan ser despedidos libremente de sus trabajos. Quieren eliminar las barreras para echar a la gente de sus trabajos y para conseguir una flexibilidad salarial que significa flexibilidad hacia abajo, no hacia arriba. La gente, hasta cierto punto, se ha dado cuenta de esto. Se pueden esconder muchas cosas tras la glorificaci�n del consumismo y la enorme deuda externa, pero es muy dif�cil ocultar el hecho de que la gente est� trabajando muchas m�s horas semanales que hace 25 a�os para recibir a cambio unos sueldos que se han visto congelados o reducidos.

-�Qu� est� pasando con las universidades p�blicas en Massachusetts?

-Eso es mucho peor en varios aspectos. Est� afectando principalmente a los estudiantes de origen pobre, de los suburbios o de clase trabajadora, muchos inmigrantes, minor�as �tnicas y dem�s. De todas maneras, creo que la mayor�a de ellos pertenecen a la clase trabajadora blanca, los cuales tienen la oportunidad de salir adelante, en el sentido de convertirse en una enfermera o un polic�a. La presi�n que soportan es muy grande. No tienen el mismo margen de maniobra que se tiene en un colegio elitista. Pienso que eso tiene un marcado efecto disciplinario no s�lo en lo que hacen, sino en lo que piensan. Las universidades tambi�n se encuentran bajo una gran presi�n.

-�En qu� sentido?

-Mi parecer es, y no puedo demostrarlo, que existe la intenci�n por parte de las autoridades estatales de, b�sicamente, debilitar las universidades p�blicas que ofrecen esas oportunidades a la gente pobre y trabajadora. Lo que est� ocurriendo es que est�n subiendo el nivel requerido para la admisi�n en las universidades estatales, es decir, las universidades para pobres y trabajadores. Est�n subiendo el nivel para las admisiones pero no est�n haciendo nada por mejorar las escuelas de primaria. Es f�cil predecir lo que va a ocurrir. Si se sube el nivel requerido para la admisi�n y no se mejora el nivel de las escuelas, va a haber menos gente que se clasifique, luego se reducen las admisiones. Esta reducci�n ha sido bastante acentuada en los �ltimos dos a�os. Si se reducen las admisiones, la legislaci�n estatal y los hombres de negocios que tienen el poder entran en juego de nuevo. �stos proponen que se reduzca el personal administrativo y docente, con lo cual las oportunidades se ven reducidas a�n m�s. Se introduce as� la flexibilidad del mercado laboral en las universidades, donde sus trabajadores tampoco gozar�n de seguridad laboral y mostrar�n un menor compromiso hacia la universidad. La tendencia a largo plazo es reducir o posiblemente suprimir el sistema de educaci�n p�blica que est� orientado hacia la gente pobre y de clase trabajadora. La alternativa quedar� entre o bien no ir a la universidad o bien pagar 30.000 d�lares al a�o en una de las universidades privadas.

-Hablemos de Internet y de cuestiones de privacidad. Ciertas compa��as est�n recopilando datos y perfiles sobre las preferencias personales de la gente. �Cu�les son las implicaciones?

-Las implicaciones pueden llegar a ser muy serias. Pero bajo mi punto de vista es algo secundario a otro tema, que es el del acceso a Internet. Las enormes fusiones entre medios de comunicaci�n conllevan la amenaza de que van a ser capaces de dirigir el acceso a sitios favorecidos, es decir, de convertir Internet a�n m�s en un servicio de compra a domicilio en vez de un medio de informaci�n e interacci�n. Norman Solomon, un estudioso de los medios de comunicaci�n, ha se�alado que a principios de los noventa, cuando el sistema estaba todav�a bajo control del gobierno, generalmente se hac�a referencia a Internet como una "autopista de la informaci�n." A finales de los noventa, tras haberse regalado Internet a las corporaciones privadas sin que nadie se percibiera de ello, se pas� al "comercio electr�nico", se acab� la "autopista de la informaci�n."[1] Las mega-fusiones como la de AOL-Time Warner ofrecen las herramientas t�cnicas para asegurar que en Internet ser�s conducido a lo que ellos quieren que veas, no a lo que t� quieres ver. Internet es una herramienta formidable para la informaci�n, la organizaci�n y la comunicaci�n. No cabe duda de que el mundo de los negocios tiene la intenci�n de convertirla en algo muy distinto.

Traducido por Eneko Sanz y revisado por Mateu Llas


David Barsamian es fundador de Alternative Radio, Boulder, Colorado. Es un frecuente colaborador de Z y otras publicaciones.

1.- Art�culo disponible en ZNet en Espa�ol: N. Solomon, "�Qu� ha sido de la Autopista de la Informaci�n?".

Volver